Tuna - Opuntia ficus-indica |
Opuntia ficus-indica, comúnmente conocida como tuna, es una planta arbustiva de la familia de las cactáceas.
Como la mayoría de los miembros de este género carece de hojas nomofilas, los segmentos o cladodios en que se divide, son tallos capaces de ramificarse, emitiendo flores y frutos. Estos tallos son planos, ovales y de color verde medio.
Poseen dos clases de espinas, reunidas en los gloquidios (especie de cojincillos) de las areolas, unas largas y duras, y otras cortas y finas con aspecto velloso.
Las flores, en forma de corona, nacen de las areolas, en los bordes de los segmentos. Florece una vez al año y tanto el fruto como la flor pueden ser de diversos colores, desde el amarillo al rojo.
El fruto tiene una cáscara gruesa, espinosa, y con una pulpa abundante en pepas o semillas. El fruto maduro es una baya de forma ovalada con diámetros de entre 5,5 y 7 cm, una longitud de 5 cm a 11 cm y un peso variable entre 43 y 220 g.
En los valles interandinos y las vertientes occidentales áridas de los Andes crece la tuna (Opuntia ficus--indica) una planta especialmente adaptada a la escasez de agua.
La tuna es parasitada por un insecto conocido como cochinilla, que vive sobre las pencas y se alimenta de la savia de la planta, que absorbe con una trompa.
Este insecto es especialmente frecuente en los tunales entre los 500 y los 3 000 msnm.
La tuna, es una fruta originaria de Perú, que se cultiva desde tiempos remotos, encontrándose rastros de ella en textiles de las culturas pre incas Huari, Tiahuanaco, Chimú y en el Imperio Inca.
Antonio Brack, estudioso y experto ecologista, señala en su libro: “Perú, diez mil años de domesticación”; que la tuna fue cultivada y consumida por los antiguos habitantes del Perú hace más de 2 mil años.
La tuna fue llevada por los españoles a Europa y desde allí distribuida hacia otros países del mundo. Esta gran dispersión geográfica originó muchos ecotipos con características locales propias.
La tuna crece en diversos climas y terrenos, siendo resistente a las sequías, cultivándose en la costa y la sierra desde el nivel del mar hasta los 3,000 metros de altura. Su mejor desarrollo lo alcanza entre los 1,700 a 2,500 metros sobre el nivel del mar y a temperaturas que oscilan entre los 12 y 34 grados centígrados.
Existen numerosas plantaciones de tunales en los andes del Perú: la mayor producción silvestre se encuentra en los valles interandinos en las regiones de Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Arequipa, Ancash, Lima y Moquegua, entre otras.
El cultivo tecnificado de la tuna, bajo riego por goteo, se realiza en el valle del Colca (Arequipa) superando las 20 mil plantas por hectárea, con excelentes resultados.
Esta especie se cultiva para servir de huésped a la cochinillana, que produce tinturas rojas y purpúreas con un grado de pureza de 18 a 20% de ácido carmínico, a diferencia de otros países productores, por lo que Perú es el mayor productor y exportador de carmín del mundo.
Se presentan gran variedad de ecotipos:
tuna verde o blanca,
tuna roja o morada,
tuna amarilla o anaranjada.
Con los frutos se elaboran mermeladas y licor.
Como fruta de mesa se utilizan la tuna blanca y la morada, por ser frutos de buena calidad y preferidos por el público.
La planta de tuna puede llegar a medir entre cuatro y cinco metros, pero en el Perú generalmente miden entre un metro y medio y dos de altura.
Los frutos son de forma ovalada, grandes, con piel gruesa espinosa, de color verde claro o anaranjado hacia rojizo.
En la actualidad, muchos países siembran tuna: México , Italia , España , Chile y Brasil, quienes tienen una importante producción; sin embargo, ésta mayormente se destina para alimento de animales o como cercos vivos.
La tuna recibe diferentes nombres, según el país; en México se la llama nopal y en otros lugares de Centroamérica
Alquitira, Choya, Higo chumbo , etc.
Perú es un importante productor de tuna y el primer productor de carmín a nivel mundial, cubriendo entre el 85% y el 90% de la demanda internacional.
La principal zona de cultivo en el Perú es Ayacucho.
Las culturas pre incas le dieron distintos usos medicinales. La goma de las semillas templaba el calor de los riñones; con el jugo eliminaban las fiebres y el exceso de bilis. La pulpa de la tuna y las pencas asadas se usaban como cataplasma. Para el tratamiento de hernia, hígado irritado, úlceras estomacales y erisipela, utilizaban la raíz. El mucílago o baba servía para manos y labios partidos. Las pencas mitigaba el dolor y curaba inflamaciones. Un pequeño emplasto curaba el dolor de muelas. La pulpa de las tunas servía para la diarrea. Las espinas fueron usadas en la limpieza de infecciones.
Su uso en la industria cosmética, farmacéutica y alimentaria hace de la tuna una fruta con enormes propiedades y múltiples usos como: shampoo, enjuagues capilares, crema para manos y cuerpo, jabón, acondicionador, mascarilla humectante, crema de noche, gel para el cabello, gel reductor, gel para la ducha, loción astringente, mascarilla estimulante y limpiadora, jabones, pomada y cosméticos: sombras para ojos, rubor, lápiz labial con cochinilla.
Se utiliza mezclada al barro en el tarrajeo de viviendas rurales y también en la industria para la fabricación de películas adherentes de gran finura. Hoy en día se sigue usando como base de pinturas para casas.
El fruto de la tuna se come fresco y también es empleado para la fabricación de mermeladas y jaleas, néctar, tunas en almíbar, alcoholes, vinos y colorantes.
La tuna posee un valor nutritivo muy importante superior al de otras frutas en varios de sus componentes: 100 gr de la parte comestible posee 58 a 66 unidades calóricas, 3 gr de proteínas, 0,20 gr de grasas, 15,50 gr de carbohidratos, 30 gr de calcio, 28 gr de fósforo y vitaminas (caroteno, niacina, tiamina, riboflavina y ácido ascórbico).
Debido a estas propiedades la tuna disminuye el colesterol, reduce los triglicéridos; disminuye los niveles de azúcar en la sangre.
Por su contenido de calcio y fósforo previene la osteoporosis.