La araña de tela en embudo australiana es considerada por muchos como la más mortífera del mundo.
Vive en los alrededores de Sídney, a veces en el interior de las casas, y es en extremo agresiva.
Su veneno neurotóxico puede causar desde espasmos musculares hasta incapacidad para respirar, desmayos y visión doble. Incluso la muerte si no se recibe con rapidez un antídoto, especialmente si la víctima es un niño.
Curiosamente, los investigadores saben que los machos desarrollan un veneno mucho más letal que sus compañeras femeninas. Pero, ¿por qué?
En la universidad de Queensland han descubierto los motivos. Un equipo, dirigido por el profesor Bryan Fry, ha pasado 20 años investigando delta-hexatoxinas, los péptidos que hacen que el veneno de esta araña sea tan peligroso.
«Las arañas de tela en embudo australianas son famosas por causar muertes humanas con esta gama particular de toxinas», afirma Fry. «Las delta-hexatoxinas ejercen efectos neurotóxicos fatales en los seres humanos al mantener los nervios encendidos, de modo que siguen disparando una y otra vez».
Sin embargo, la razón por la que estas toxinas son tan mortales para los humanos ha desconcertado a los científicos, cuando ni nosotros ni otros primates hemos sido jamás ni presas ni depredadores durante la evolución de la araña. ¿Por qué iban a querer hacernos daño?
«Tampoco podíamos entender por qué la mayoría de las muertes humanas estaban siendo causadas por los machos de arañas de tela en embudo, que aparentemente tienen un veneno mucho más letal que las hembras», añade el investigador.
El equipo de Fry utilizó el análisis molecular para echar un vistazo cercano al veneno. Aunque anteriormente se habían descrito 35 especies de arañas de embudo, solo se habían analizado ocho delta-hexatoxinas de cinco especies. Los investigadores casi triplicaron los datos, perfilando 22 nuevas delta-hexatoxinas del veneno de diez especies de redes en embudo. De esta manera, pudieron probar una curiosa hipótesis:
Estas toxinas habían evolucionado originalmente para matar insectos como cucarachas y moscas, presas de las arañas. Pero cuando los machos maduran sexualmente, abandonan la seguridad de su madriguera y deambulan distancias considerables en busca de hembras. El paseo puede ser muy peligroso, ya que los «romeos» encuentran en su camino depredadores vertebrados como el dunnart, un pequeño marsupial nocturno parecido a un ratón.
«Los datos muestran que la selección natural ha ejercido la presión necesaria para convertir un veneno específico de insectos en un veneno defensivo específico de vertebrados», explica el científico. Y, desafortunadamente para nosotros, somos una especie de vertebrados.
Con este nuevo conocimiento, el equipo intenta ahora comprender mejor cómo el veneno de la araña actúa en el cuerpo humano. Esto podría ser fundamental para diseñar nuevos fármacos para tratar a las víctimas de las picaduras. (Datos: diario ABC de España)
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