El Pantanal alberga aproximadamente 1200 especies de vertebrados, incluidas 36 que están en peligro de extinción.
A través de este paisaje generalmente exuberante de 150.000 kilómetros cuadrados en Brasil, revolotean aves raras y deambula la mayor población de jaguares del mundo.
Un incendio de grandes proporciones lo a dejado completamente devastado.
Los incendios no son algo nuevo en esta región. Durante décadas, los ganaderos han usado las llamas para devolver nutrientes al suelo a bajo costo y renovar los pastos para su ganado.
Pero ese fuego, alimentado por la sequía, ahora arde con una fuerza inédita. Los incendios en el Pantanal este año cuadriplican el tamaño del más grande en la selva amazónica de Brasil, según imágenes de satélites de la NASA.
Un récord de 23.490 kilómetros cuadrados se han quemado hasta el 6 de septiembre, casi el 16% del Pantanal brasileño, según un análisis de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Se han visto Jaguares que deambulan por el páramo ennegrecido muriendo de hambre o sed, con las patas quemadas hasta los huesos y los pulmones ennegrecidos por el humo.
Igualmente aparecen cuerpos de caimanes con sus mandíbulas fijas en gritos silenciosos, el último acto de criaturas desesperadas por refrescarse antes de ser consumidas por las llamas.
Este incendio es uno de los miles que azotan este año al Pantanal brasileño, el humedal más grande del mundo, en lo que científicos especialistas en clima temen que se convierta en una nueva normalidad, como el aumento de la devastación provocada por el fuego en California o Australia.
El Pantanal es más pequeño y menos conocido que la selva amazónica. Pero las aguas normalmente abundantes y la ubicación estratégica de la región, entre la selva tropical, las vastas praderas de Brasil y los bosques secos de Paraguay, lo convierten en un imán para los animales.
Los incendios ahora amenazan a uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad del planeta, dicen los biólogos.
El científico de la NASA Doug Morton dijo que este fenómeno es causado por cambios en la temperatura del océano conocido como Oscilación Multidecadal del Atlántico, el equivalente al fenómeno de El Niño en el Pacífico. A diferencia de El Niño, que generalmente ocurre cada 2-7 años, la oscilación alterna entre calor y frío aproximadamente cada 30-40 años.
Cuando hace calor, como ha ocurrido desde la década de 1990, es más probable que se produzca el calentamiento en el Atlántico norte tropical, lo que contribuye a las sequías e incendios de América del Sur.
Morton sostuvo que el calor también podría estar contribuyendo a una mayor sequedad en la parte sur del Amazonas, donde los incendios probablemente alcanzaron un máximo de 10 años en agosto; y en los humedales de Argentina, donde los incendios son los peores desde 2009.
Pero para Morton, lo peor es la posibilidad de que el calentamiento global pueda interrumpir la Oscilación y dejarla permanentemente en la fase cálida, contribuyendo a más incendios. Incluso si eso no sucede, los científicos temen que el aumento de la temperatura a nivel global por sí solo provoque que estos desastres se acentúen.
La destrucción de la selva amazónica agrava la sequía en el Pantanal, dijo Philip Fearnside, ecologista del Instituto Nacional de Investigaciones Amazónicas de Brasil. Esto se debe a que los árboles de la selva reciclan la lluvia y devuelven la humedad al aire en forma de vapor de agua, que los vientos llevan a las regiones vecinas en los llamados ríos voladores.
La deforestación del Amazonas ha aumentado un 34,5% en los 12 meses hasta julio frente al mismo período hace un año, según datos preliminares de la agencia gubernamental de investigación espacial Inpe. (Datos: Agencia Reuters) - Vea el artículo completo)