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jueves, 5 de mayo de 2022

Herbicida Total - Glifosato - Herbicida Sistémico - Dañino para la Salud Humana



El glifosato es un potente herbicida de amplio espectro que se utiliza principalmente para eliminar la maleza que afecta a los cultivos transgénicos como la soya, trigo, maíz. En Latinoamérica lo usan masivamente los agricultores de Brasil, Argentina, Bolivia, y México, en los cultivos citados. Las cosechas llegan a muchos países del mundo.


Sobre el glifosato, estudios científicos han demostrado que sí hay efectos sobre la salud humana, muchos de ellos disponibles en la 5ª edición (2020) de la Antología toxicológica del glifosato, que incluye poco más de mil evidencias científicas.


Luis Ferreirim (Greenpeace España) ha encontrado que varias investigaciones, en donde se concluye que el glifosato no es dañino para la salud, se elaboran con base en estudios de Monsanto, por lo que hay un sesgo evidente.


Respecto a los efectos inmediatos, el uso de glifosato causa irritaciones dérmicas y oculares, además de mareos, náuseas, problemas respiratorios y aumento de la presión sanguínea. 


En Reino Unido, desde la década de los 90, se han presentado múltiples demandas por intoxicación con glifosato. En varias regiones de Estados Unidos, también ha habido denuncias por irritaciones dermatológicas y daños en los ojos.


Sin embargo, a largo plazo, se ha sugerido que el glifosato sea una sustancia cancerígena. Ya en 1999, en un artículo publicado en la Journal of American Cancer Society, los autores Hardell y Eriksson relacionaron la exposición al herbicida con mayor riesgo para desarrollar el linfoma no Hodgkin (LNH). 


Un caso emblemático salió a la luz en 2014, cuando Dewayne Johnson, un jardinero, demandó a Monsanto por el diagnóstico avanzado de LNH. Johnson comprobó que durante 2012 y 2014 utilizó las marcas comerciales Roundup y Ranger Pro.


Con base en investigaciones científicas y reportes de distintas organizaciones, el jurado de California falló en favor de Johnson y el tribunal ordenó una compensación por 289 millones de dólares. 


Sin embargo, las denuncias se han acumulado a través de los años y han superado las 100 mil tan solo en Estados Unidos. 


En 2018, Bayer, la empresa global de origen alemán, adquirió Monsanto, por lo que ahora esta compañía químico-farmacéutica ha acordado un pago de 9 mil 600 millones de dólares para los demandantes de un caso colectivo, armado por el bufete jurídico Weitz & Luxenberg.


A pesar de que Bayer niega que el glifosato sea cancerígeno, ha reservado más de mil millones de dólares para cubrir futuras demandas, lo que significa que esperan más casos que relacionen al herbicida con el cáncer.


Este juicio por la demanda colectiva que se llevó a cabo en California, Estados Unidos puso al descubierto los “Monsanto Papers”, documentos de comunicación interna en el que se reveló la promoción de opiniones positivas, junto con el ocultamiento de información y bloqueo de investigaciones acerca del herbicida y sus efectos nocivos.


Por los crecientes estudios de los efectos perjudiciales del glifosato en la salud humana, el debate en legislaciones y normativas nacionales se ha intensificado. De ahí que en 2019, Austria haya aprobado una ley que prohíbe el glifosato, único país en el que la restricción del herbicida se planteó de manera total. Sin embargo, a la fecha la restricción sigue pospuesta por un tecnicismo.


En varias ciudades de Estados Unidos, Argentina, Canadá, Escocia, España y Nueva Zelanda también se ha prohibido el uso de este herbicida.


Por su parte, en Malawi, Sri Lanka, Vietnam, Omán, Emiratos Árabes, Bahréin, Catar, Bermudas, Colombia, San Vicente y las Granadinas, Francia, Bélgica, Italia, República Checa, Dinamarca, Portugal y Países Bajos tienen restricciones parciales hacia el uso del glifosato.


América Latina es una de las regiones donde se ha utilizado el glifosato en grandes cantidades.  En 2018, Argentina lideraba el ranking mundial de uso en el campo, según un estudio de la Universidad Nacional de La Plata.


Por supuesto, es natural que existan campañas activas que defienden el uso del glifosato, su supuesta cualidad no tóxica (o levemente, como asegura Monsanto) y el beneficio que aporta para los agricultores y el ciclo de los cultivos, ¡pues se trata del herbicida más vendido en el mundo, lo que lo hace un negocio totalmente lucrativo! 


No obstante, es importante que productores y consumidores, tengan la información necesaria y saber que el glifosato sí causa graves daños ambientales y a la salud humana. 


Greenpeace defiende el acceso a esta información para ejercer un consumo responsable, más ético y comprometido con el cuidado integral de nuestro ambiente y nuestras sociedades. Consume menos, consume de manera responsable y ayuda al planeta. (Datos: Greenpeace)


jueves, 10 de marzo de 2022

El glifosato es un arma de destrucción masiva, que no solo afecta a la biodiversidad del agua y del suelo, sino también a la salud de las personas




El glifosato es un herbicida de amplio espectro no selectivo y sistémico: cualquier planta puede absorberlo a través de sus tejidos. El activo químico evita que la planta afectada produzca proteínas necesarias para su crecimiento, lo que la conduce finalmente a la muerte.


En esencia, su función consiste en destruir las plantas consideradas “malas yerbas” por los agricultores, es decir aquellas que “roban” espacio, luz, agua y nutrientes a la siembra. Por lo general se aplica en la preparación de un monocultivo, para limpiar el terreno  


El glifosato se aplica para evitar el brote de “maleza” y dejar el paso libre a los cultivos controlados. Algunos agricultores lo utilizan también antes de cosechar los campos, pues al crear un efecto de secado, es más fácil recolectar lo sembrado.


Luis Ferreirim, responsable de agricultura de Greenpeace España dice:


“El glifosato es un arma de destrucción masiva, que no solo afecta a la biodiversidad del agua y del suelo, sino también a la salud de las personas”. 


Origen y uso del glifosato


En la década de 1970, Monsanto, una de las empresas más grandes de agroquímicos a nivel mundial, lanzó al mercado Roundup, el herbicida que tiene glifosato como ingrediente activo.


Hasta el año 2000, Monsanto mantuvo la patente, por lo que después de esa fecha se sumaron más compañías para fabricar el herbicida, como Dow Chemical-Dupont y Syngenta-ChemChina.


Monsanto también es responsable del desarrollo de variedades genéticamente modificadas (GM) de maíz, soya y algodón resistentes al glifosato. ¡Así el herbicida puede usarse incluso cuando el cultivo controlado ya está creciendo, sin dañarlo! 


Esto debido a su resistencia, aunque sí daña a la vegetación nativa, provocando la destrucción de cualquier otro tipo de planta que intente germinar en ese suelo, lo que, a su vez, resulta en daños ambientales.


Actualmente, el glifosato es el herbicida más usado a nivel mundial y el principal en Estados Unidos. A pesar de que durante años se pensó que su uso no representaba ningún impacto negativo para el entorno ni para la salud humana, poco a poco se acumuló evidencia del potencial daño que encierra este químico. 


Consecuencias ambientales del glifosato


La aplicación del glifosato puede parecer conveniente para asegurar un gran monocultivo y así garantizar el suministro de algunos alimentos. Sin embargo, su uso tiene un alto costo para el ecosistema en el que se utiliza. Aquí te hablamos de los impactos negativos que tiene el glifosato en el ambiente.


Varias especies de maleza han desarrollado resistencia al glifosato, lo que provoca que los agricultores empleen mayor cantidad y combinaciones más agresivas del químico, que resultan ser más tóxicas. © Greenpeace / Hernan Perez Aguirre.


Por años, se defendió la idea de que el glifosato no generaba resistencia en ninguna hierba. No obstante, cada vez hay más estudios que comprueban que varias especies (por ejemplo, de los géneros Xanthium y Lolium) ya presentan resistencia a este elemento, lo que deriva en malezas “tolerantes”, puesto que el glifosato ya no actúa efectivamente en estas especies y su proliferación aumenta. 


La abundancia de malezas resistentes tiene varios efectos negativos, tanto para los cultivos como para el ambiente:


-Aumentan los costos de producción en el control de malezas al elevar la demanda de herbicidas y las prácticas de control.

-Mayor dependencia de agroquímicos.

-Daños a la vida silvestre.


La consecuencia inmediata de este fenómeno es que los agricultores deciden aumentar las dosis de glifosato para que se genere el efecto deseado; algo que las propias compañías productoras del herbicida han desaconsejado. 


En Estados Unidos, se ha observado a los árboles que han estado en contacto con el glifosato, los cuales presentan una reducción de su rusticidad (o habilidad para sobrevivir en climas adversos) durante el invierno y una afectación en su resistencia ante enfermedades fúngicas.


Las altas concentraciones de glifosato exponen a la flora y fauna de los ecosistemas. Un ejemplo de ello es la destrucción de la flora silvestre, que sirve de refugio y alimento para muchas especies de insectos benéficos.


Con ello, se reduce su población y la capacidad para controlar naturalmente las plagas. También se termina por destruir a las plantas que nutren a las abejas, con lo que se afecta su ciclo de vida y, por lo tanto, el de los humanos. 


Otro de los usos del glifosato ha sido la aspersión aérea del químico para combatir cultivos de coca, amapola y marihuana, sobre todo en países latinoamericanos como Colombia y Brasil, lo cual ha terminado por afectar la biodiversidad de áreas selváticas, al impactar más allá de las especies y los cultivos que son objetivo.


Además, se ha encontrado que este herbicida va de leve a moderadamente tóxico para aves silvestres (como codornices y patos), algunos anfibios, peces e invertebrados acuáticos. 


En varios países, como Canadá, Australia y Suecia, se han encontrado rastros de glifosato en suelos y aguas, lo que facilita que se extienda la contaminación por este químico.


Además del impacto negativo en flora y fauna, el glifosato ha llegado hasta el agua que se utiliza para consumo humano, lo que ha llevado a introducir normativas y leyes que regulan o sancionan el uso del herbicida, por los probables efectos que ocasiona en la salud humana. Por ejemplo, en 2019, la provincia del Chubut, en Argentina, determinó prohibir el glifosato.


El glifosato y sus daños a la salud humana


Una de las grandes victorias para la regulación y disminución del uso de glifosato sucedió en 2015, cuando el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) concluyó que el glifosato es una sustancia probablemente cancerígena.


Esto, a pesar de que algunas agencias, como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), han dicho que no implica un riesgo y otras han minimizado los peligros, siempre y cuando se use “apropiadamente”, como la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (US EPA).


Sin embargo, estudios científicos han demostrado que sí hay efectos sobre nuestra salud, muchos de ellos disponibles en la 5ª edición (2020) de la Antología toxicológica del glifosato, que incluye poco más de mil evidencias científicas.


Luis Ferreirim (Greenpeace España) ha encontrado que varias investigaciones, en donde se concluye que el glifosato no es dañino para la salud, se elaboran con base en estudios de Monsanto, por lo que hay un sesgo evidente.


Respecto a los efectos inmediatos, el uso de glifosato causa irritaciones dérmicas y oculares, además de mareos, náuseas, problemas respiratorios y aumento de la presión sanguínea. 


En Reino Unido, desde la década de los 90, se han presentado múltiples demandas por intoxicación con glifosato. En varias regiones de Estados Unidos, también ha habido denuncias por irritaciones dermatológicas y daños en los ojos.


Sin embargo, a largo plazo, se ha sugerido que el glifosato sea una sustancia cancerígena. Ya en 1999, en un artículo publicado en la Journal of American Cancer Society, los autores Hardell y Eriksson relacionaron la exposición al herbicida con mayor riesgo para desarrollar el linfoma no Hodgkin (LNH).


Un caso emblemático salió a la luz en 2014, cuando Dewayne Johnson, un jardinero, demandó a Monsanto por el diagnóstico avanzado de LNH. Johnson comprobó que durante 2012 y 2014 utilizó las marcas comerciales Roundup y Ranger Pro.


Con base en investigaciones científicas y reportes de distintas organizaciones, el jurado de California falló en favor de Johnson y el tribunal ordenó una compensación por 289 millones de dólares. 


Las denuncias se han acumulado a través de los años y han superado las 100 mil tan solo en Estados Unidos. 


En 2018, Bayer, la empresa global de origen alemán, adquirió Monsanto, por lo que ahora esta compañía químico-farmacéutica ha acordado un pago de 9 mil 600 millones de dólares para los demandantes de un caso colectivo, armado por el bufete jurídico Weitz & Luxenberg.


A pesar de que Bayer niega que el glifosato sea cancerígeno, ha reservado más de mil millones de dólares para cubrir futuras demandas, lo que significa que esperan más casos que relacionen al herbicida con el cáncer.


Este juicio por la demanda colectiva que se llevó a cabo en California, Estados Unidos puso al descubierto los “Monsanto Papers”, documentos de comunicación interna en el que se reveló la promoción de opiniones positivas, junto con el ocultamiento de información y bloqueo de investigaciones acerca del herbicida y sus efectos nocivos.


Por los crecientes estudios de los efectos perjudiciales del glifosato en la salud humana, el debate en legislaciones y normativas nacionales se ha intensificado. De ahí que en 2019, Austria haya aprobado una ley que prohíbe el glifosato, único país en el que la restricción del herbicida se planteó de manera total. Sin embargo, a la fecha la restricción sigue pospuesta por un tecnicismo.


En varias ciudades de Estados Unidos, Argentina, Canadá, Escocia, España y Nueva Zelanda también se ha prohibido el uso de este herbicida.


Por su parte, en Malawi, Sri Lanka, Vietnam, Omán, Emiratos Árabes, Bahréin, Catar, Bermudas, Colombia, San Vicente y las Granadinas, Francia, Bélgica, Italia, República Checa, Dinamarca, Portugal y Países Bajos tienen restricciones parciales hacia el uso del glifosato.


América Latina es una de las regiones donde se ha utilizado el glifosato en grandes cantidadesEn 2018, Argentina lideraba el ranking mundial de uso en el campo, según un estudio de la Universidad Nacional de La Plata.


Por supuesto, es natural que existan campañas activas que defienden el uso del glifosato, su supuesta cualidad no tóxica (o levemente, como asegura Monsanto) y el beneficio que aporta para los agricultores y el ciclo de los cultivos, ¡pues se trata del herbicida más vendido en el mundo, lo que lo hace un negocio totalmente lucrativo! 


No obstante, es importante que como productores y consumidores, tengamos la información necesaria y sepamos que el glifosato sí causa graves daños ambientales y a la salud humana. (Datos: Greenpeace)


PAÍSES DE AMÉRICA LATINA CON CULTIVOS TRANSGÉNICOS Y POR LO TANTO QUE USAN EL GLIFOSATO COMO HERBICIDA


BRASIL

ARGENTINA

PARAGUAY

URUGUAY

MÉXICO

CHILE

HONDURAS


PRINCIPALMENTE CULTIVOS DE MAIZ - SOYA - TRIGO - SORGO Y PLANTACIONES DE FRUTAS COMO MANZANAS

QUE EXPORTAN A PAÍSES COMO PERÚ EN GRANDES CANTIDADES

sábado, 17 de agosto de 2019

Paraguay Abusa en Uso de Pesticidas y ONU lo Acusa de Violar los Derechos Humanos

Agroquímicos Tóxicos

El Comité de Derechos Humanos de la ONU responsabiliza al Estado paraguayo por la violación de los derechos humanos al usar en exceso pesticidas muy tóxicos.

En el 2011, una persona murió envenenada y 22 más, entre ellos varios niños, resultaron intoxicados, por el uso de agroquímicos en empresas productoras de soja transgénica en un pequeño pueblo paraguayo de 400 habitantes. 

Transcurridos ocho años en los que la Justicia del país sudamericano no ha condenado a los culpables ni ha resarcido a las víctimas, un dictamen del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas hace ahora responsable al Estado paraguayo por no prevenir la situación ni tomar medidas para la conservación de la vida y del ambiente. 

El dictamen señala que Paraguay “no ejerció controles adecuados sobre actividades contaminantes ilegales” y concluye que “las fumigaciones masivas con agrotóxicos constituyen amenazas a la vida de las víctimas que eran razonablemente previsibles por el Estado parte”.

Por lo tanto, declara:

 “La violación del derecho a la vida y del derecho a la vida privada, familiar y domicilio”. 

El comité de la ONU llama, además, a Paraguay a acometer una investigación efectiva y exhaustiva sobre fumigaciones con agroquímicos, y le insta a sancionar a todos los responsables y reparar a las víctimas. 

El uso masivo de agroquímicos que exige el cultivo extensivo de granos genéticamente modificados por métodos anti natura (transgénicos) tiene consecuencias mortales en América del Sur. 

En la bautizada, popularmente, como "república unida de la soja transgénica" —Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay— se cultivan millones de hectáreas de tierra de soja transgénica que alimenta a buena parte del ganado de Europa y China. 

Sin embargo, su población rural —muy arraigada a su tierra y que trabaja para vender a pequeña escala— vive en situación de permanente crisis, sin acceso a servicios públicos y asediada por latifundios que incumplen las normativas ambientales, dañando su forma de vida y sus cosechas. 

Hélène Tigroudja, miembro del Comité, dijo al respecto:

 “Es un dictamen histórico por el reconocimiento del vínculo entre los daños severos al medioambiente y el disfrute de derechos fundamentales, civiles y políticos. Cientos de casos similares en todo el mundo podrían ser sometidos a nuestra consideración”

“El Comité sienta una jurisprudencia histórica que relaciona el disfrute de los derechos humanos con la protección del medioambiente en una decisión de resonancia global”

En declaraciones a EL PAÍS, el abogado paraguayo Hugo Valiente, miembro del equipo de letrados de las víctimas que presentó el caso en 2013, expresó:

Es la primera vez, que un órgano aplica la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos de 2018. “Momentos así me reconcilian con el derecho en su sentido más legítimo y verdadero: el derecho como ley del más débil”.

Dijo que Rubén Portillo murió envenenado a los 26 años en el mismo lugar en que nació. Vivía con su compañera, su hijo y su madre cerca del río Kuairú en una de las pocas casitas sin agua corriente de Yerutí, a unos 120 kilómetros de la frontera con Brasil. La colonia de familias campesinas se formalizó en 1991 y está administrada por el Instituto de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert), la institución gestora de la política de acceso a la tierra en Paraguay. Rubén nació dos años después, cuando Yerutí (paloma o canto de las aves en guaraní) era aún un paraíso natural. Unas 1.225 hectáreas fueron entonces repartidas en 93 lotes entre bosques subtropicales, esteros y arroyos. Alejados de todo, sin servicios públicos ni carreteras, pero con tierra roja y fértil para cultivar. Durante casi 15 años, las familias trabajaron sus tierras con éxito pese a las grandes dificultades del entorno: produjeron toneladas de comida, criaron miles de animales de forma sostenible, levantaron sus escuelas e hicieron sus propios caminos. Hasta que, de pronto, en 2005 los bosques a su alrededor comenzaron a ser talados. Donde antes había una selva con árboles centenarios como el lapacho, manantiales, guaridas de armadillos y jaguares, algunas empresas brasileñas sembraron plantaciones extensivas de monocultivos mecanizados de semillas de soja transgénica. Un oasis entre la soja Yerutí quedó como un oasis en el medio de un desierto verde: desde allí, se mire donde se mire, las plantas de medio metro de soja se extienden hasta el horizonte. Solo a veces, la silueta de un árbol solitario queda como testimonio de la naturaleza nativa. Toda la región agrícola de Paraguay fronteriza con Brasil es hoy la zona de mayor expansión del agro-negocio. Y sigue creciendo en toda la mitad oriental del país. En 2005, justo enfrente de la chacra de Rubén plantaron un sojal de la empresa brasileña Condor. Lo fumigaban masivamente mediante lanzamiento de agrotóxicos desde tractores y avionetas.

 “sistemáticamente incumplieron la normativa ambiental de derecho interno”, 

“Primero murieron las gallinas, no sabemos por qué. Comenzaron a enfermarse los chanchos y un tiempo después falleció mi hermano”, cuenta la hermana de Rubén Portillo, Norma, que denunció ante las autoridades el caso junto las organizaciones Base Is y la Coordinadora de Derechos Humanos de Paraguay (Codehupy). Rubén tenía el cuerpo lleno de llagas, su hijo también. En enero, su situación empeoró y fue llevado a un centro de salud donde fue tratado por los vómitos. Como no mejoraba, y dada su debilidad —ya ni siquiera podía mantenerse en pie— sus familiares lo llevaron al hospital, ubicado a más de cuatro horas de recorrido. Falleció en el camino. Portillo no fue el único que enfermó: como en épocas de siembra de soja de años anteriores, otras 22 personas presentaron síntomas similares —náuseas, mareos, dolor de cabeza, fiebre, diarrea y lesiones en la piel, entre otros—, pero sobrevivieron para denunciarlo". 

 “Los dos caminos de tierra que conectan la colonia con la carretera principal asfaltada atraviesan grandes extensiones de cultivos, sin que ningún trecho cuente con la protección adecuada. En consecuencia, los integrantes de la comunidad que necesiten acceder a la carretera principal están expuestos a los agrotóxicos”, dice el comité independiente, compuesto por 18 expertos internacionales de la ONU. 

Paraguay es el cuarto exportador de soja de América y el sexto exportador mundial del grano, según la Cámara Paraguaya de Exportadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco). 

Más de un millón de toneladas de agroquímicos ingresan al país anualmente. Son fertilizantes, secantes, insecticidas y funguicidas que se aplican en más de 3 millones de hectáreas empleadas en el cultivo de soja y otros granos que el país exporta. 

Entre esos químicos existen varios prohibidos en el mundo por los daños que pueden provocar a la salud humana y al medioambiente, como el glifosato y el acefato, entre otros.

La Federación Nacional Campesina estima que se utilizan unos 60 millones de litros de agroquímicos al año. En este caso, según el dictamen, las empresas Cóndor, Hermanos Galhera Agrovalle del Sol y Emmerson Shimin usaron al menos dos prohibidos hace 20 años en Paraguay: Aldrin y Lindano.

 “No basta con que el Estado no mate a las personas, sino que tiene que garantizarles una vida digna. El estado se decía sin competencia y el comité le ha demostrado por qué sí la tiene. El Estado, durante el proceso, dijo que era un caso aislado, pero hay muchos más. Y con esto se abren las puertas para que estos casos encuentren una respuesta”, detalla la abogada Julia Cabello.

 “Ahora debe haber medidas de reparación”, añade. 

 En Paraguay más de un millón de personas han migrado del campo a la ciudad en la última década por el aumento de los latifundios para los cultivos mecanizados, según la Federación Nacional Campesina, que calcula que se utilizan unos 60 millones de litros de agroquímicos al año para la soja. 

El país sudamericano tiene uno de los mayores índices mundiales de desigualdad de la tierra, un 2,5% de los propietarios son dueños de aproximadamente el 85% de la superficie cultivable, según Oxfam. (Datos: El País)

Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia y Paraguay, países netamente agrícolas no han tenido la capacidad de producir sus propias semillas y recurren a la importación de semillas transgénicas obtenidas por procesos anti natura.

Por su naturaleza anti natura y porque requieren del uso de grandes cantidades de pesticidas muy tóxicos, a los cultivos transgénicos se les considera altamente dañinos para la salud humana.

El consumo directo o industrial (aceites, harinas, etc.) de transgénicos produce cáncer y otros males que pueden causar la muerte.

Los 5 países sudamericanos no solo están afectando a sus poblaciones sino a las de otros países a los que llega por exportación transgénicos como la soya, el maíz, el trigo etc. todos impregnados con los pesticidas tóxicos como el glifosato que los pobladores consumen sin saberlo.






Transgénicos

miércoles, 19 de junio de 2019

Transgénicos y Glifosato Asociación Promotora del Cáncer y la Muerte

Transgénicos+Glifosato = Enfermedades+Muerte

Janet Cotter trabaja en la unidad científica de Greenpeace en Exeter (Reino Unido). 

Ella estuvo en el Congreso de Riesgos a la Salud Pública y al Medioambiente en Madrid, para hablar acerca de un informe científico que detalla las implicaciones al medioambiente y a la salud humana por el uso del glifosato (un ingrediente activo del herbicida Roundup) junto con los cultivos transgénicos tolerantes al herbicida “Roundup Ready” .

Los cultivos transgénicos tolerantes a herbicida están diseñados para ser tolerantes al glifosato, de manera que permite a los agricultores rociar el herbicida por encima del cultivo en crecimiento, matando el resto de semillas sin que afecte al cultivo transgénico. 

Cotter nos lo explica: 

"El uso de glifosato en cultivos como la soja, el maíz y el algodón se ha incrementado dramáticamente desde que se introdujeron variedades transgénicas tolerantes a herbicida en el Norte y en el Sur de América, donde predominan. Si este tipo de cultivos se diera en Europa, entonces el uso del glifosato tendría un crecimiento similar". 

Frecuentemente, se promociona al glifosato como un herbicida seguro, sin embargo hay muchas evidencias científicas que cuestionan la seguridad del mismo. 

Concretamente, es preocupante el incremento e intensidad del uso del glifosato en asociación con el uso de los cultivos transgénicos Roundup Ready.

 "En estas conferencias, los ponentes que vienen de Argentina nos cuentan el impacto de la introducción de la soja transgénica Roundup Ready. Describen como, la soja Roundup Ready, se ha expandido en enormes campos de monocultivo a costa de los bosques, ya que el rocíado del herbicida no permite que la masa forestal se restablezca pero, sin embargo, no daña a la soja. Esta es una razón por la que la soja Roundup Ready incrementa la deforestación. Los agricultores, sin embargo, tienen un problema, ya que tienen que aplicar más y más herbicida y fórmulas más fuertes para controlar las “malas hierbas” que se han hecho resistentes al Roundup Ready." 

 La pulverización del herbicida es común en Argentina, y en la conferencia, los ponentes describen también su preocupación por la salud de las comunidades locales que podrían estar afectadas. 

 "Lo que más asusta, es que gran parte de la soja transgénica se vende en Europa como agrocombustible o como pienso para animales. Por esto, es tan importante el etiquetado de productos derivados de animales y de agrocombustibles. Los alimentos sí se etiquetan en Europa, pero seguimos haciendo campaña para que se etiqueten otros usos de los cultivos transgénicos"

 Por esto Janet, junto a Greenpeace, seguirá luchando contra los cultivos transgénicos tolerantes a herbicidas para que sean prohibidos en Europa ya que no cumplen ningún papel en la agricultura ecológica, que es el camino correcto. 

Janet Cotter, unidad científica de Greenpeace en Exeter en Reino Unido. 
Traducción: Mónica Parrilla 
Imagen: Environmental and health impacts of glyphosate, the active ingredient in Roundup herbicides. Informe

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En América del Sur países como Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay y Chile tienen una agricultura con cultivos transgénicos que hacen uso intensivo del hierbicida Glifosato.

Tanto agricultores como pobladores de los alrededores de las granjas y haciendas de estos países están contaminados de glifosato que es rociado sobre los cultivos pero llega a las poblaciones. La incidencia del cáncer, males respiratorios y de la piel es muy alta.

Pero esto no queda allí, el glifosato se impregna en los productos agrícolas como la soja, el maíz, trigo, frutas etc, trasmitiéndose también a sus derivados industriales como el aceite, harinas, golosinas, cereales instantáneos etc.

Perú importa soja, maíz, trigo, frutas y otros alimentos transgénicos de Brasil, Argentina, Bolivia y Chile todos perjudiciales para la salud humana por su condición de transgénicos y por ser portadores de glifosato.

El Gobierno peruano debe tomar medidas al respecto, y la población debe evitar su consumo.

Existen diversos países europeos y del mundo que han declarado moratorias al ingreso de estos productos, puso los ejemplos de Suiza, Italia, Alemania, Hungría, Irlanda, Canadá, África y Japón

Perú tiene una ley que prohibe temporalmente el cultivo de transgénicos, la que vence en el año 2021. Este dispositivo debe ser convertido en permanente.


De no hacerlo, se estaría poniendo en riesgo la riqueza y diversidad de la agricultura peruana porque podría ser contaminada vía vectores de polinización como el aire o los insectos, tal como ocurrió con el extraordinario maíz originario de México ya malogrado por maices transgénicos.

Todos los años, los esclavizados agricultores de los países sudamericanos citados tienen que comprar nuevas semillas transgénicas y glifosato a grandes empresas trnsnacionales que se enriquecen a costa de la muerte de seres humanos.

Hierbicida dañino para la salud humana

Hierbicida dañino para la salud humana

Se ha encontrado glifosato en este tipo de productos 

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