Allá, en las zonas de bosque, cuando se ve un árbol de lupuna – esos especímenes frondosos que pueden llegar a los 40 metros de altura y, cuentan, cobijan en sus entrañas más variedades de insectos que en toda Inglaterra –, se dice que un ecosistema está saludable.
La avioneta abandonó Iquitos, sobrevoló por 40 minutos la selva y nos dejó en Colonia Angamos, el último poblado peruano. Avanzamos en bote por el río Yavarí, que es la frontera natural entre el Perú y Brasil. En el trayecto de 30 minutos hasta San José de Añushi, sede de la comunidad nativa de los matsés, encontramos un puñado de lupunas. El bosque es saludable.
“Tenga confianza en que la reserva está en buenas manos. Que los matsés estamos tomando mejor conocimiento, con el fin de alcanzar un desarrollo sostenible para los pobladores que se asientan a lo largo de los ríos y quebradas”, le dijo Ángel Uaquí Dunu Maya, presidente de los 14 anexos matsés, al ministro del Ambiente, Antonio Brack Egg, cuando lo recibió en su poblado.
El titular del Minam llegó el viernes pasado hasta San José de Añushi para entregar en persona a los líderes de la comunidad el Decreto Supremo 014-2009-Minam, que crea la Reserva Nacional Matsés sobre un área de más de 400 mil hectáreas, situada en el distrito de Requena, Loreto. Un lugar donde ellos viven por muchas décadas.
Es un momento importante para esta comunidad que este año cumple cuatro décadas desde que dejaron el monte e hicieron contacto con la civilización; es decir, con los otros peruanos. También celebran los 33 años de la creación del primero de sus 14 anexos.
Para la llegada de la comitiva oficial se han reunido los jefes de los 14 anexos. “Esta visita es una indicación de que las expectativas de los matsés están resolviéndose poco a poco, gracias a la buena voluntad del señor ministro”, afirma Lelis Rivera Chávez, director ejecutivo del Centro de Desarrollo para el Indígena Amazónico (Cedia).
Hasta 1992, los matsés eran sólo una tribu donde el jefe heredaba a su familia el poder. Antes de fallecer, el líder Joaquín Peme Ñeca pidió que en adelante los matsés se adecuen a la ley.
Rivera explica que los matsés son un pueblo muy pacífico. Cedia ha trabajado en la organización de ellos. Ahora cada siete matsés cuentan con un delegado que los representa en la Asamblea de Delegados, además de la Asamblea General de Matsés.
Hablamos de los matsés porque su historia está muy ligada a la de la reserva: El viernes 2 fue un día caluroso y muy especial para ellos, porque el territorio reconocido como reserva fue muy transitado desde la época de sus ancestros.
Ángel Uaquí Dunu cuenta que han estado esperando por 14 años este momento, desde que en 1995 pidieron que sea reconcida el área como reserva comunal. “Los matsés hemos sido por muchos años guardianes de la zona y la frontera del Perú”, asegura.
Ha sido un camino difícil y dentro de sus posibilidades siempre han protegido el área natural. Tuvieron que organizarse para botar a los madereros ilegales que llegaban sobre todo por el lado oeste de la actual reserva (desde 2008 tienen dos garitas de vigilancia para cuidar el área). Ahora, la zona está limpia de madereros, de cazadores foráneos, de extractores de oro, aseguran.
“Los matsés trabajamos mucho desde hace tres años por la integridad de nuestro bosque para aprovecharlo racionalmente, para que duren los recursos y nuestros hijos puedan seguir alimentándose”, recalca.
Fuera de la reserva, los matsés cuentan con un territorio comunal de 452 mil hectáreas reconocidas como tal desde 1994 por el Cofopri. El líder mátse declara que en esa área están trabajando el manejo del sajino y el majaz, la crianza de peces nativos y la reforestación con plantones manejables, entre otros
Diversidad biológica
Luis Alfaro Lozano, jefe del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), detalla que la creación de la Reserva Nacional Matsés se basa en un estudio técnico elaborado en Estados Unidos, donde se refiere que la zona es un espacio donde puede encontrarse especies endémicas, únicas.
“Hay características físicas del lugar que explica la gran diversidad biológica, de distintos ecosistemas. Se trata de un pequeño reducto de formaciones geológicas muy antiguas propias de Brasil, como arenas blancas, varillajes y bosques de palmeras en arenas blancas, una fauna muy especializada”, comenta.
En la ceremonia, Alfaro les recordó que esta área protegida “es un patrimonio de ustedes (los matsés) y de todos los peruanos. Y tenemos la obligación y el derecho de participar en su cuidado para contribuir a su desarrollo”.
Por ello, uno de los retos pendientes para los próximos 150 días es crear un Plan maestro para la reserva matsé, para cuya elaboración el Sernanp invitó a los matsés y las ONG.
El jefe del Sernanp invitó también a los nativos para que formen parte del programa que contrata a jóvenes indígenas más idóneos para que sean los guardaparques de zonas de la Amazonía como la reserva, en forma oficial.
En ese sentido, Roy Meza Meza, representante del gobierno regional de Loreto, les recordó a los matsés que la creación de una reserva nacional “no sólo nos trae derechos (a los nativos), sino también responsabilidades. La principal es que se utilice de la mejor manera, ya que la reserva pertenece a todos los peruanos”.
El funcionario les solicitó trabajar en armonía en el plan maestro, el cual se plasmará en un documento en que cada estancia del gobierno asumirá sus responsabilidades de cómo tratar mejor el área, “para que sigamos teniendo un país y una región con áreas naturales protegidas”.
Escrito por José Vadillo