El glifosato es un herbicida de amplio espectro no selectivo y sistémico: cualquier planta puede absorberlo a través de sus tejidos. El activo químico evita que la planta afectada produzca proteínas necesarias para su crecimiento, lo que la conduce finalmente a la muerte.
En esencia, su función consiste en destruir las plantas consideradas “malas yerbas” por los agricultores, es decir aquellas que “roban” espacio, luz, agua y nutrientes a la siembra. Por lo general se aplica en la preparación de un monocultivo, para limpiar el terreno
El glifosato se aplica para evitar el brote de “maleza” y dejar el paso libre a los cultivos controlados. Algunos agricultores lo utilizan también antes de cosechar los campos, pues al crear un efecto de secado, es más fácil recolectar lo sembrado.
Luis Ferreirim, responsable de agricultura de Greenpeace España dice:
“El glifosato es un arma de destrucción masiva, que no solo afecta a la biodiversidad del agua y del suelo, sino también a la salud de las personas”.
Origen y uso del glifosato
En la década de 1970, Monsanto, una de las empresas más grandes de agroquímicos a nivel mundial, lanzó al mercado Roundup, el herbicida que tiene glifosato como ingrediente activo.
Hasta el año 2000, Monsanto mantuvo la patente, por lo que después de esa fecha se sumaron más compañías para fabricar el herbicida, como Dow Chemical-Dupont y Syngenta-ChemChina.
Monsanto también es responsable del desarrollo de variedades genéticamente modificadas (GM) de maíz, soya y algodón resistentes al glifosato. ¡Así el herbicida puede usarse incluso cuando el cultivo controlado ya está creciendo, sin dañarlo!
Esto debido a su resistencia, aunque sí daña a la vegetación nativa, provocando la destrucción de cualquier otro tipo de planta que intente germinar en ese suelo, lo que, a su vez, resulta en daños ambientales.
Actualmente, el glifosato es el herbicida más usado a nivel mundial y el principal en Estados Unidos. A pesar de que durante años se pensó que su uso no representaba ningún impacto negativo para el entorno ni para la salud humana, poco a poco se acumuló evidencia del potencial daño que encierra este químico.
Consecuencias ambientales del glifosato
La aplicación del glifosato puede parecer conveniente para asegurar un gran monocultivo y así garantizar el suministro de algunos alimentos. Sin embargo, su uso tiene un alto costo para el ecosistema en el que se utiliza. Aquí te hablamos de los impactos negativos que tiene el glifosato en el ambiente.
Varias especies de maleza han desarrollado resistencia al glifosato, lo que provoca que los agricultores empleen mayor cantidad y combinaciones más agresivas del químico, que resultan ser más tóxicas. © Greenpeace / Hernan Perez Aguirre.
Por años, se defendió la idea de que el glifosato no generaba resistencia en ninguna hierba. No obstante, cada vez hay más estudios que comprueban que varias especies (por ejemplo, de los géneros Xanthium y Lolium) ya presentan resistencia a este elemento, lo que deriva en malezas “tolerantes”, puesto que el glifosato ya no actúa efectivamente en estas especies y su proliferación aumenta.
La abundancia de malezas resistentes tiene varios efectos negativos, tanto para los cultivos como para el ambiente:
-Aumentan los costos de producción en el control de malezas al elevar la demanda de herbicidas y las prácticas de control.
-Mayor dependencia de agroquímicos.
-Daños a la vida silvestre.
La consecuencia inmediata de este fenómeno es que los agricultores deciden aumentar las dosis de glifosato para que se genere el efecto deseado; algo que las propias compañías productoras del herbicida han desaconsejado.
En Estados Unidos, se ha observado a los árboles que han estado en contacto con el glifosato, los cuales presentan una reducción de su rusticidad (o habilidad para sobrevivir en climas adversos) durante el invierno y una afectación en su resistencia ante enfermedades fúngicas.
Las altas concentraciones de glifosato exponen a la flora y fauna de los ecosistemas. Un ejemplo de ello es la destrucción de la flora silvestre, que sirve de refugio y alimento para muchas especies de insectos benéficos.
Con ello, se reduce su población y la capacidad para controlar naturalmente las plagas. También se termina por destruir a las plantas que nutren a las abejas, con lo que se afecta su ciclo de vida y, por lo tanto, el de los humanos.
Otro de los usos del glifosato ha sido la aspersión aérea del químico para combatir cultivos de coca, amapola y marihuana, sobre todo en países latinoamericanos como Colombia y Brasil, lo cual ha terminado por afectar la biodiversidad de áreas selváticas, al impactar más allá de las especies y los cultivos que son objetivo.
Además, se ha encontrado que este herbicida va de leve a moderadamente tóxico para aves silvestres (como codornices y patos), algunos anfibios, peces e invertebrados acuáticos.
En varios países, como Canadá, Australia y Suecia, se han encontrado rastros de glifosato en suelos y aguas, lo que facilita que se extienda la contaminación por este químico.
Además del impacto negativo en flora y fauna, el glifosato ha llegado hasta el agua que se utiliza para consumo humano, lo que ha llevado a introducir normativas y leyes que regulan o sancionan el uso del herbicida, por los probables efectos que ocasiona en la salud humana. Por ejemplo, en 2019, la provincia del Chubut, en Argentina, determinó prohibir el glifosato.
El glifosato y sus daños a la salud humana
Una de las grandes victorias para la regulación y disminución del uso de glifosato sucedió en 2015, cuando el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) concluyó que el glifosato es una sustancia probablemente cancerígena.
Esto, a pesar de que algunas agencias, como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), han dicho que no implica un riesgo y otras han minimizado los peligros, siempre y cuando se use “apropiadamente”, como la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (US EPA).
Sin embargo, estudios científicos han demostrado que sí hay efectos sobre nuestra salud, muchos de ellos disponibles en la 5ª edición (2020) de la Antología toxicológica del glifosato, que incluye poco más de mil evidencias científicas.
Luis Ferreirim (Greenpeace España) ha encontrado que varias investigaciones, en donde se concluye que el glifosato no es dañino para la salud, se elaboran con base en estudios de Monsanto, por lo que hay un sesgo evidente.
Respecto a los efectos inmediatos, el uso de glifosato causa irritaciones dérmicas y oculares, además de mareos, náuseas, problemas respiratorios y aumento de la presión sanguínea.
En Reino Unido, desde la década de los 90, se han presentado múltiples demandas por intoxicación con glifosato. En varias regiones de Estados Unidos, también ha habido denuncias por irritaciones dermatológicas y daños en los ojos.
Sin embargo, a largo plazo, se ha sugerido que el glifosato sea una sustancia cancerígena. Ya en 1999, en un artículo publicado en la Journal of American Cancer Society, los autores Hardell y Eriksson relacionaron la exposición al herbicida con mayor riesgo para desarrollar el linfoma no Hodgkin (LNH).
Un caso emblemático salió a la luz en 2014, cuando Dewayne Johnson, un jardinero, demandó a Monsanto por el diagnóstico avanzado de LNH. Johnson comprobó que durante 2012 y 2014 utilizó las marcas comerciales Roundup y Ranger Pro.
Con base en investigaciones científicas y reportes de distintas organizaciones, el jurado de California falló en favor de Johnson y el tribunal ordenó una compensación por 289 millones de dólares.
Las denuncias se han acumulado a través de los años y han superado las 100 mil tan solo en Estados Unidos.
En 2018, Bayer, la empresa global de origen alemán, adquirió Monsanto, por lo que ahora esta compañía químico-farmacéutica ha acordado un pago de 9 mil 600 millones de dólares para los demandantes de un caso colectivo, armado por el bufete jurídico Weitz & Luxenberg.
A pesar de que Bayer niega que el glifosato sea cancerígeno, ha reservado más de mil millones de dólares para cubrir futuras demandas, lo que significa que esperan más casos que relacionen al herbicida con el cáncer.
Este juicio por la demanda colectiva que se llevó a cabo en California, Estados Unidos puso al descubierto los “Monsanto Papers”, documentos de comunicación interna en el que se reveló la promoción de opiniones positivas, junto con el ocultamiento de información y bloqueo de investigaciones acerca del herbicida y sus efectos nocivos.
Por los crecientes estudios de los efectos perjudiciales del glifosato en la salud humana, el debate en legislaciones y normativas nacionales se ha intensificado. De ahí que en 2019, Austria haya aprobado una ley que prohíbe el glifosato, único país en el que la restricción del herbicida se planteó de manera total. Sin embargo, a la fecha la restricción sigue pospuesta por un tecnicismo.
En varias ciudades de Estados Unidos, Argentina, Canadá, Escocia, España y Nueva Zelanda también se ha prohibido el uso de este herbicida.
Por su parte, en Malawi, Sri Lanka, Vietnam, Omán, Emiratos Árabes, Bahréin, Catar, Bermudas, Colombia, San Vicente y las Granadinas, Francia, Bélgica, Italia, República Checa, Dinamarca, Portugal y Países Bajos tienen restricciones parciales hacia el uso del glifosato.
América Latina es una de las regiones donde se ha utilizado el glifosato en grandes cantidades. En 2018, Argentina lideraba el ranking mundial de uso en el campo, según un estudio de la Universidad Nacional de La Plata.
Por supuesto, es natural que existan campañas activas que defienden el uso del glifosato, su supuesta cualidad no tóxica (o levemente, como asegura Monsanto) y el beneficio que aporta para los agricultores y el ciclo de los cultivos, ¡pues se trata del herbicida más vendido en el mundo, lo que lo hace un negocio totalmente lucrativo!
No obstante, es importante que como productores y consumidores, tengamos la información necesaria y sepamos que el glifosato sí causa graves daños ambientales y a la salud humana. (Datos: Greenpeace)
PAÍSES DE AMÉRICA LATINA CON CULTIVOS TRANSGÉNICOS Y POR LO TANTO QUE USAN EL GLIFOSATO COMO HERBICIDA
BRASIL
ARGENTINA
PARAGUAY
URUGUAY
MÉXICO
CHILE
HONDURAS
PRINCIPALMENTE CULTIVOS DE MAIZ - SOYA - TRIGO - SORGO Y PLANTACIONES DE FRUTAS COMO MANZANAS
QUE EXPORTAN A PAÍSES COMO PERÚ EN GRANDES CANTIDADES
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