lunes, 30 de marzo de 2020

Mantis Religiosa - Carrikerella simpira, un insecto carismático


La Mantis Religiosa - Carrikerella simpira, es una especie de insecto mantodeo de la familia Mantidae. 

Tiene una amplia distribución geográfica en todo el Mundo con numerosas subespecies según las regiones. 


Es un insecto de tamaño mediano de aproximadamente 4 a 5 cms, con un tórax largo y unas antenas delgadas. 

Tiene dos grandes ojos compuestos y tres ojos simples pequeños entre ellos. 

La cabeza puede girar hasta 180º. 

Sus patas delanteras, que mantiene recogidas ante la cabeza, están provistas de espinas para sujetar a sus presas.

Son animales solitarios excepto en la época de reproducción, cuando macho y hembra se buscan para aparearse. Cuando hay más de un macho cerca de una hembra, éstos se pelean y solo uno se reproduce. Las hembras son mayores que los machos. En la mayoría de ocasiones, durante y tras el apareamiento la hembra se come al macho.

Pueden ser de color verde o pardo con distintos matices. El color del adulto lo determina el medio en el que habita durante su última muda (por ejemplo, amarillo, si se trata de paja seca, o verde, si es hierba fresca).

Es el único animal conocido que cuenta con un único oído, y lo tiene localizado en el tórax.

Alcanzan un año de vida, durante el cual mudan seis veces antes de convertirse en adulto. Para mudar se suspenden de una rama, se desprenden del viejo cuerpo o exuvia y salen por la parte anterior.

Utiliza sus fuertes patas delanteras para atrapar a sus presas y devorarlas vivas.

La mantis religiosa no es venenosa. 

Para alimentarse, caza ranas, lagartijas, pequeños ratones, polillas y colibríes.

Caza al acecho, permanece inmóvil con las patas delanteras juntas (por lo que parece que está rezando), a la espera de que una presa se acerque. Cuando otro insecto se posa junto a ella, lo observa girando la cabeza (las mantis gozan de muy buena vista) lanzándose al ataque de inmediato. 

Sus patas delanteras sujetan a la presa y comienza a alimentarse de ella inmediatamente, incluso si su presa sigue luchando para escapar. La rapidez de sus patas delanteras es tal que puede atrapar moscas en vuelo.

Las presas pueden ser devoradas en parte o en su totalidad, y dejan únicamente como restos del festín patas, alas o élitros, que la mantis deja caer al suelo. 

La puesta de los huevos se hace en otoño y los huevos eclosionan en primavera. Pone sus huevos en montoncitos espumosos (ootecas), que adhiere a una ramita. La espuma se endurece pronto y protege los huevos hasta que se abren. Cada saco puede albergar entre 200 y 300 huevos, pero sólo unos pocos sobreviven ya que entre ellos impera el canibalismo juvenil, perecen los que tardan en escapar de sus hermanos, disminuyendo la tasa de supervivencia.

El primer ejemplar de Carrikerella simpira se recolectó en el Perú hace 20 años. Llegó desde Tingo María, en la selva peruana, hasta el Museo de Entomología Klaus Raven Büller de la Universidad Nacional Agraria La Molina. 

En ese momento, Julio Rivera escribía su tesis de licenciatura en biología y le llamó la atención esta peculiar especie de mantis religiosa que había llegado a la universidad. Su investigación era justamente sobre esa orden de insectos, pero con un solo ejemplar no era posible conocer más de esta especie que en ese momento ni siquiera estaba catalogada o tenía un nombre. 

“Desde el pregrado me interesó estudiar a las mantis, insectos a los que nadie en Perú había estudiado”, dice Rivera, quien ahora es director de la Unidad de Investigación en Entomología y Medio Ambiente de la Universidad San Ignacio de Loyola. 

Dos décadas después de ese primer encuentro y luego de analizar por lo menos diez individuos de esta singular mantis, el científico Rivera determinó que se trata de una nueva especie para la ciencia, pero también descubrió que la Carrikerella simpira utiliza una forma de cazar a sus presas que hasta ahora era desconocida en los insectos. 

La investigación revela el empalamiento como una nueva estrategia de caza en los Mantodea según Rivera y Yony Callohuari, coautor de esta investigación publicada recientemente en la revista científica Neotropical Entomology. 

Cuando en el 2017 Rivera recibió tres ejemplares de esta especie de mantis religiosa, preparó un ambiente artificial similar a su hábitat dentro del laboratorio para estudiarlas detalladamente. Durante sus observaciones descubrió que el insecto utilizaba una estrategia de caza nunca antes documentada: atravesar a sus presas con un espolón que tiene en sus patas. “Hasta ese momento no se había determinado el porqué de la inusual anatomía de sus patas y gracias a estas observaciones se pudo conocer que esta especie de mantis empalaba a sus presas”, explica el científico. 

Para entender los movimientos durante la captura de sus presas, los científicos realizaron grabaciones en video. Así observaron con detalle cómo funcionan sus patas —formadas por un fémur y tibias— en esta especie de mantis. Las tibias de esta especie de mantis tiene aserraciones minúsculas, como si fueran anzuelos o arpones. Por lo general, las tibias de las mantis tienen espinas, pero en esta especie en particular estas se disponen a manera de tridentes. Estas espinas mostraban una variación particular, con aserraciones minúsculas como si se tratase de anzuelos o arpones, efectivas para atrapar determinadas presas.  

“Estas pequeñas sierras que vi hace 20 años no eran mencionadas en la literatura que hasta ahora se había escrito sobre estas mantis. Por eso siempre me preguntaba para qué servían. Ahora sabemos que las espinas de la tibia funcionan a manera de un arpón que la Carrikerella simpira utiliza para matar a sus presas”, dice Rivera. 

Antes de este descubrimiento, solo se sabía que la estrategia de caza para todas las mantis era la captura de la presa por aprisionamiento entre la tibia y el fémur, que funcionan como un cascanuez. 

Pese a sus características depredadoras, las mantis religiosas son considerados insectos carismáticos. “Observarlas es hipnotizante, ver cómo cazan, cómo se mueven y cómo se camuflan. A mí me capturaron completamente”, comenta el taxónomo. 

En uno de sus viajes de investigación a Tingo María, el agrónomo y entomólogo Yony Callohuari, encontró una Carrikerella simpira y fue a través de este hallazgo que se contactó con Rivera. Así surgió la propuesta de desarrollar modelos en 3D de esta especie para que se pueda comprender de una manera más didáctica cómo funcionan las patas de esta especie. 

“Es la mejor forma de estudiar la morfología de los insectos y ayuda a los estudiantes e investigadores a entender lo que no es evidente. El uso de la tecnología 3D permite ver en grande”, explica Callohuari, investigador del Museo de Entomología Klaus Raven Büller de la Universidad Nacional Agraria La Molina y becario doctoral en el departamento del Crop Sciences de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. 

El científico comenta que el uso de los modelos en 3D en su trabajo surgió como una alternativa a las ilustraciones de insectos en los libros, pues estas imágenes no siempre permitían conocer al detalle cada segmento ni la funcionalidad del cuerpo de los insectos. El modelo 3D ha servido para entender cómo funcionan las extremidades que utiliza esta especie de mantis para empalar a sus presas.

La propuesta de crear estos modelos en 3D para la Carrikerella simpira se concretó como un elemento adicional a la publicación, de tal forma que quien acceda al documento académico tiene la posibilidad de contar con archivos del modelo de las patas de esta mantis religiosa e imprimirlos en tres dimensiones. 

Mientras avanzaba la investigación, Rivera y Callohuari buscaban un nombre para la nueva especie. La búsqueda los llevó a indagar sobre mitos, costumbres y otros detalles de la zona donde fue encontrado el insecto. Así Callohuari encontró que en la mitología amazónica existía el simpira, un jaguar negro con cuernos de taruka o venado y una pata delantera en forma de tirabuzón con la que captura a sus presas. “Cuando encontré esta criatura mitológica pensé que era el nombre indicado por algunas de las similitudes que había con la mantis de Tingo María”, comenta el científico Callohuari. 

Según la investigación, el 20 % de la fauna mundial de mantis religiosa —que comprende alrededor de 2500 especies— se encuentra en la región neotropical. 

Solo en Perú, según la lista oficial elaborada por Rivera, se cuentan 70 especies distintas. 

“El grupo de organismos más diverso en Perú son los insectos y se debería incentivar su investigación”, agrega Rivera, quien es experto en clasificación sistemática de mantis religiosas del continente americano. 

El investigador de la Universidad San Ignacio de Loyola explica que muchos insectos y mantis son analizados para conocer el funcionamiento de sistemas neuronales integrados que se utilizan para desarrollar tecnología, principalmente en robótica. No obstante, la investigación de estas especies es aún muy limitada y son muy pocos los científicos en el mundo dedicados a analizar estos enigmáticos insectos. 

(Datos: Wikipedia/Mongabay Latam y otras fuentes. El artículo original de Yvette Sierra Praeli fue publicado y puede ser visto en Mongabay Latam. Puedes seguir a Mongabay Latam en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube). 





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