martes, 26 de marzo de 2019

Coca - Erythroxylum coca




La Coca - Erythroxylum coca, tiene un nombre derivado del idioma quechua kuka.

Es una especie de origen peruano extendida por todo el mundo andino amazónico de Colombia, Ecuador, Perú, y Bolivia.

La planta de coca siempre ha tenido un papel importante en las culturas andinas, tanto para fines rituales en la relación entre los hombres y la naturaleza, como agente psicoactivo para inducir trances ceremoniales, como energético para el trabajo, para el trueque entre productos, como digestivo, y con fines analgésicos y curativos en intervenciones médicas.

Es utilizada en todos estos aspectos desde hace miles de años por culturas andinas como las naciones quechua y aymara.

La planta de coca se hizo conocida en el mundo entero por sus alcaloides, de los cuales se obtiene, mediante un proceso químico descubierto en el siglo XIX en Europa, el clorhidrato de cocaína (o llamado simplemente cocaína), una sustancia que es un potente estimulante del sistema nervioso central y con alta tendencia a provocar dependencia.

La Planta de Coca:

Es un arbusto originario de zonas de altura intermedia (entre 800 y 2,500 metros sobre el nivel del mar) en los Andes. 

Crece hasta 2.5 m de altura, de tallos leñosos y hojas elipsoidales, medianas, muy fragantes y de color verde intenso. 

Sus flores son minúsculas y de color blanco. 

Sus frutos, de color rojo, no tienen pulpa ya que son como semillas de forma ovoide y miden alrededor de un centímetro de largo. 

Crece adecuadamente en las tierras cálidas y húmedas de los Andes (región Yungas o Selva alta), en un rango de altitud que va desde los 800 hasta los 2,500 msnm. Sin embargo, cultivos en altura fuera de ese rango son posibles en determinadas regiones. Crece incluso bajo la sombra de grandes árboles en las regiones tropicales.

La coca se cosecha hasta tres veces al año de manera manual en la zona de las Yungas bolivianas (en el Departamento de La Paz, Bolivia), se cosecha 4 veces al año en el Chapare del Departamento de Cochabamba (Bolivia) y hasta seis veces en el Alto Huallaga (Perú). 

Las hojas son arrancadas por el peciolo y secadas al sol para su posterior venta y comercialización. 

Una misma planta puede ser cosechada durante diez años. 

En Bolivia y Perú, las formas tradicionales de uso y consumo de la hoja de coca, así como su cultivo, son legales por parte de cada gobierno hasta cierta cantidad en toneladas y hectáreas para, justamente, evitar la producción a gran escala de cocaína. 

Esta planta es apreciada por la mayoría de la población indígena de cada país, especialmente en las zonas rurales para hacer rituales de agradecimiento a la madre naturaleza. 

En Colombia, los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta y en el Departamento del Cauca cultivan ciertas cantidades para sus rituales religiosos. 

El uso las hojas de coca, tanto en su aspecto ritual así como ligero estimulante y analgésico, en el área andina se remonta, cuando menos, a unos tres mil años antes de nuestra era, ya que se han encontrado hojas de coca como parte de las ofrendas en los entierros de todas las poblaciones precolombinas. Es más, análisis de restos de cabellos de las momias milenarias andinas han comprobado la presencia de los componentes de la hoja de coca, lo cual demostró la gran antigüedad de su consumo. Mediante estos análisis químicos y estudios arqueológicos, junto con la evidencia documental desde la presencia europea en los Andes, se ha podido establecer que uso entre la población originaria se ha mantenido sin interrupción durante miles de años y continúa siendo común entre los actuales grupos indígenas de las serranías y altas mesetas de Bolivia, Perú y Colombia. 

Hasta antes del surgimiento del imperio incaico (aproximadamente en el año 1400 de nuestra era), el uso de la coca estaba al alcance de la población en general. No obstante, en tiempo de los incas la coca pasó a ser controlada por el Estado inca y a ser considerada un artículo de lujo; y utilizada durante los ritos sacerdotales únicamente por los emperadores incas y nobles. 

Posteriormente, sin embargo, su consumo fue estimulado por los conquistadores españoles para extender las horas de trabajo de la mano de obra originaria y desde entonces su uso volvió a ser ampliamente difundido entre la población indígena de los Andes. 

El chaqchar, es el acto de introducir las hojas de coca en la boca y humedecerlas con saliva, formando un bolo, el cual se mantiene entre los dientes y la parte interna de los carrillos, para lentamente extraer las sustancias activas y estimulantes. Para lograr los efectos deseados, es necesario agregar periódicamente un poco de componente alcalino a la mezcla.

Su uso trasciende el mero hecho de mitigar las sensaciones de hambre, sed o cansancio, siendo el chaqchado o "acullicado" en realidad un acto ritual con profundas implicaciones sociales para el humano andino, ya que perpetúa las tradiciones culturales y une a las personas reforzando los lazos comunitarios de solidaridad. 

La hoja de coca posee efectos medicinales como digestivo, ya sea sola o combinada con otras sustancias (como infusión) y también como analgésico local mediante su uso en emplastos. Por otro lado, la infusión de hoja de coca es un excelente paliativo para el mal de altura para las personas que no están acostumbradas a vivir en las zonas alto-andinas, de modo que siempre en los hoteles de turistas se ofrece "té de coca" a los recién llegados.

En los documentos etnohistóricos coloniales, cronistas de indias como Américo Vespucio, Gonzalo Fernández de Oviedo, Bartolomé de las Casas, Pedro Cieza de León, Juan de Betanzos, Agustín de Zárate, Cristóbal de Molina, Pedro de Aguado, Girolamo Benzoni, Juan de Matienzo y Hernando Colón, entre otros, describen los usos de las variedades de la hoja de coca por las culturas americanas desde Panamá hasta Chile y Argentina.

En el siglo XVII, por ejemplo, el científico y sacerdote jesuita español Bernabé Cobo en su Historia del Nuevo Mundo (1653), brinda una descripción de uso personal de las hojas de coca: "Su temperamento es caliente y seco con muy buena estipticidad; mascada de ordinario, aparta de los dientes toda corrupción y neguijón, y los emblanquece, aprieta y conforta. A mí me sucedió, que llamando una vez a un barbero para que me sacara una muela, porque se andaba y me dolía mucho, me dijo el barbero que era lástima sacarla, porque estaba buena y sana; y como se hallase presente un amigo mío religioso, me aconsejó que mascase coca por algunos días. Hícelo así, con que se me quitó el dolor dela muela y ella se afijó como los demás". (Datos: Wikipedia y otras fuentes)












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