
Unas diez mil aves migratorias de diversas especies llegan cada verano a los Pantanos de Villa, en Chorrillos, en busca de un mejor clima y alimento, y brindan cada día un hermoso espectáculo al volar en frondosas bandadas en los alrededores los humedales.
La mayor parte de estos visitantes de temporada lo conforman las Gaviotas de Franklin, aves blancas con alas grises y cabeza negra, que llegan a los Pantanos entre noviembre y diciembre, procedentes de Canadá y Estados Unidos, recorriendo ocho mil kilómetros, para procurarse el alimento diario.
Estas aves llegan para buscar pequeños peces, algas, larvas gusanos y otras formas hidromórficas no profundas en las riberas de las lagunas y en las zonas de charcos, donde al bajar el nivel del agua aumenta la densidad del alimento.
El jefe del Refugio de Vida Silvestre de los humedales, Omar Ubillús, explicó que las horas más propicias para observar a plenitud el vuelo de estas aves es entre las seis y las ocho de la mañana, y luego por la tarde a partir de las tres, cuando la intensidad de sol disminuye y estas especies salen a buscar su comida.
Otra especie que brinda un bello espectáculo es la que corresponde a los llamados Playeritos, aves pequeñas que por su tamaño y rápido movimiento hacen más difícil su observación, por lo que, generalmente, se requiere de binoculares para avistarlas.
Entre los Playeritos se puede distinguir a los Occidentales, los Manchados y otras 12 variedades que se distinguen por el color de su plumaje, tamaño de cabeza o pico, o los colores de sus patas.
En los Pantanos de Villa se pueden encontrar también aves migratorias andinas como el Pato Puna que llega de los valles interandinos, o el Pato Sutro.
Otras aves que llegan a los humedales son las llamadas Perritos, por el sonido que emiten similar a los ladridos de un can.
La mayor parte de estos visitantes de temporada lo conforman las Gaviotas de Franklin, aves blancas con alas grises y cabeza negra, que llegan a los Pantanos entre noviembre y diciembre, procedentes de Canadá y Estados Unidos, recorriendo ocho mil kilómetros, para procurarse el alimento diario.
Estas aves llegan para buscar pequeños peces, algas, larvas gusanos y otras formas hidromórficas no profundas en las riberas de las lagunas y en las zonas de charcos, donde al bajar el nivel del agua aumenta la densidad del alimento.
El jefe del Refugio de Vida Silvestre de los humedales, Omar Ubillús, explicó que las horas más propicias para observar a plenitud el vuelo de estas aves es entre las seis y las ocho de la mañana, y luego por la tarde a partir de las tres, cuando la intensidad de sol disminuye y estas especies salen a buscar su comida.
Otra especie que brinda un bello espectáculo es la que corresponde a los llamados Playeritos, aves pequeñas que por su tamaño y rápido movimiento hacen más difícil su observación, por lo que, generalmente, se requiere de binoculares para avistarlas.
Entre los Playeritos se puede distinguir a los Occidentales, los Manchados y otras 12 variedades que se distinguen por el color de su plumaje, tamaño de cabeza o pico, o los colores de sus patas.
En los Pantanos de Villa se pueden encontrar también aves migratorias andinas como el Pato Puna que llega de los valles interandinos, o el Pato Sutro.
Otras aves que llegan a los humedales son las llamadas Perritos, por el sonido que emiten similar a los ladridos de un can.
Fuente: Agencia Andina de Perú – www.andina.com.pe
Foto: Gaviota de Franklin